Los Ingenieros civiles han sido mayoría en el Colegio desde su fundación en
El Instituto de Ingenieros Civiles se crea oficialmente en una Asamblea Constituyente convocada especialmente para este propósito el 7 de abril de 1973 en teatro de la sede, en San Juan, Puerto Rico. La misma empezó a las 10 AM y terminó a las 7:15 PM. El Ing. Rafael López Vega, que era en esos momentos el Presidente del Colegio, presidió la misma hasta que se eligió al Ing. Francisco López Ortiz como el Primer Presidente del Instituto. Luego se elije el resto de la primera Directiva del Instituto de Ingenieros Civiles.
Al final de la Asamblea, se aprueba el Reglamento del Instituto de Ingenieros Civiles. Finalmente la Directiva toma posesión allí mismo.
El 5 de mayo de 1973 en la sede en Hato Rey se reúne la Directiva oficial del Instituto de Ingenieros Civiles por primera vez. Presidió el Ing. Francisco López Ortiz. En esta reunión se aprueba el Acta de la Asamblea Constituyente y se nombran unos colegas para Presidir los Comités del Instituto. Además se nombran varios colegas para que fueran coordinadores del Instituto en varios de los Capítulos del Colegio ya activos en la isla.
Luego de que esto se sometió una moción para que se le solicitara al CIAAPR la asignación de un espacio dentro de las facilidades del edificio del Colegio para establecer una oficina y de no ser factible, se provea para compartir el espacio que en
Es necesario indicar que cinco de los pasados presidentes del nuevo instituto luego presidieron el Colegio. Estos ingenieros fueron José (Chito) Ojeda
En relación a los ingenieros civiles es obligatorio anotar que han sido protagonistas principales en los grandes acontecimientos dentro del desarrollo institucional del Colegio. Un ejemplo que claramente evidencia esa influencia es que precisamente
Otro episodio trascendental en que los ingenieros civiles debieron demostrar su fuerza colectiva e institucional ocurrió cuando en 1974 la Junta Examinadora, inducidos por una Resolución de la Junta de Gobierno del Colegio, pretendía ordenar se requiriera una Certificación de un Agrimensor Licenciado en todo trabajo de Agrimensura. Esta pugna finalmente se resolvió concediendo un certificado autorizando a los ingenieros civiles y de otras especialidades a ejercer como agrimensores siempre y cuando pudieran demostrar haber tomado cursos básicos de agrimensura que los acreditara como tal. Este acontecimiento puso al descubierto debilidades de la nueva estructura del Colegio a base de Institutos, ya que en este caso una significativa minoría pudo haber tronchado las aspiraciones de una clara mayoría.